ALBERTO DURERO ACABA DE HACER LA PENÚLTIMA ESTAMPA DE LA PLANCHA DE COBRE GRABADA EN SU TALLER.SE PERCIBE EL OLOR A RESINA,BARNICES Y ÁCIDO NÍTRICO.
LA LUZ DE LA TARDE SE FILTRA A TRAVÉS DE LOS CRISTALES DE COLORES.
LLUEVE.
YA ES DE NOCHE Y LAS ARAÑAS DE NIEBLA,CON LENTITUD SE MUEVEN POR LAS CALLES.
EL SILENCIO SE HABÍA ROTO CON LADRIDOS DE PERROS Y ESTRIDENTES GRITOS.
ELLA,CREYENDO QUE POR UN MOMENTO QUE SE AUSENTARA,NO LE PASARÍA NADA A SU HIJO,SE FUE A CENAR AL MESÓN CERCANO UN POTAJE DE ESPINACAS.
.-¿CÓMO LO QUIERE?.PREGUNTÓ EL MESONERO.
.-DE LA FORMA TRADICIONAL..DIJO ELLA.
SU HIJO MIENTRAS TANTO TREPÓ POR LA CUNA CON SABANITAS DE ENCAJE Y DECORADA CON ESTRELLAS.
EL NIÑO SALIÓ POR LA VENTANA.
COMO UNA MANO QUE ACARICIA LA PIEL DE UN NIÑO,COMO UNA LUZ SUAVE QUE SE FILTRA A TRAVÉS DE LAS HOJAS DE LOS ÁRBOLES,EL RÍO SE DESLIZABA CON MANSEDUMBRE POR LA PRADERA.
EN LOS RECODOS DEL RÍO ÁRBOLES Y FLORES QUE PRELUDIAN EL BOSQUE.
EL NIÑO ANDANDO A GATAS SE INTERNÓ EN LA SOMBRA Y SE DURMIÓ EN LOS BRAZOS DE UN ÁRBOL.
EL BOSQUE AL SENTIR LA PRESENCIA DEL NIÑO COMENZÓ A CANTAR.
EL VIENTO,ANTES RUGIENTE,SE CALMÓ Y ENTORNÓ UNA DULCE MELODÍA.
LOS ÁRBOLES SE ACERCARON AL NIÑO.
LA LUNA LO MIRABA CON ATENCIÓN.
EL CIELO SE LLENÓ DE MANZANAS Y LOS ESPÍRITUS DEL BOSQUE CON SU ALIENTO CALENTARON AL NIÑO.
RAFAEL CARMONA JIMÉNEZ.
DÍA VEINTE DE FEBRERO DEL AÑO 2012 .
A LAS DIEZ Y MEDIA DE LA MAÑANA.
ESCRIBO SIEMPRE DESDE MACHARAVIAYA
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