DE CARMÍN ATRAVIESA EL HORIZONTE.EL CREPÚSCULO CON SUS OJOS DE LUNA ABIERTA MUERE LENTO EN EL VIENTRE DE LA NOCHE QUE ME ENVUELVE EN LAS EXTENSAS PLANICIES AFRICANAS.
EL VIENTO REVOLVIENDO LAS VEDIJAS DE LOS ÚLTIMOS REBAÑOS Y LOS ÚLTIMOS RESIDUOS DE CALOR ENCERRADOS ENTRE LAS PIEDRAS
EL VIENTO DEJA TORBELLINOS BLANCOS A SU PASO POR EL QUE ASCIENDEN ESTAS PEQUEÑAS RATAS QUE ADORMECIDAS Y DESLUMBRADAS MUEREN INCRUSTADAS EN LOS NEUMÁTICOS DE LOS VIEJOS CAMIONES.
LA SOMBRA OSCURA DE UNA PEQUEÑA MEZQUITA DE TIERRA PISADA,DE DIBUJO ETERNO,SE RECORTA A PESAR DE TODO EN LA NEGRURA DE LA NOCHE.
ES UN TESTIGO MUDO DE ORACIÓN Y SIEMPRE DE ESPERANZA,INCLUSO AL MARGEN DE LOS HOMBRES.
ES UN TESTIGO DE AMOR ENTRE ESTA NUESTRA TIERRA Y EL UNIVERSO.
EL UNIVERSO,UN CIELO ESTRELLADO QUE SÓLO PERCIBO EN ÁFRICA.
UN CIELO QUE ME APLASTA CON SU ABOMINABLE BELLEZA.
¡QUE PEQUEÑO ES TODO EN MEDIO DE ESTAS ESFERAS DE MUTACIÓN PERPETUA¡.
EL CIELO ME ABRUMA POR SU INMENSA MELANCOLÍA.
JIRONES DE FANTASMAS DE LOS DESIERTOS.
ESTAS VOCES.
ESTOS LAMENTOS.ESTOS CANTOS EN LAS PLANICIES SURCADAS POR CARAVANAS DE OJOS BRILLANTES.
DESEARÍA ACABAR FUNDIDO ENTRE LAS ROCAS PARA PODER VIVIR DE NUEVO EN LA CARNE RENACIENTE.
¡QUÉ GRANDE ES EL SILENCIO CUANDO EL ALMA ESTÁ ATERIDA¡
RAFAEL CARMONA JIMÉNEZ
ESCRITO EN EL AÑO 1986
Y PUBLICADO EL DÍA VEINTE DEL MES DE JULIO
Y DEL AÑO 2013
A LAS ONCE DE LA NOCHE
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