LLEGUÉ A DELFOS UNA TARDE DE VERANO
EL VALLE ESTABA TRASPASADO POR LOS RAYOS DORADOS DEL SOL DE LOS DIOSES
LOS CIPRESES SE YERGUEN OSCUROS
LA FUENTE CASTALIA MURMURA GOTAS DE HIEDRA
EL RUIDO DE LA TARDE DE VERANO
EL SILENCIO CLAMOROSO DE UNA TARDE DE VERANO INTEMPORAL
NO ES UNA SALA MUY ESPACIOSA
PERO
ES ÚNICA
¡PARA ÉL SÓLO¡
UNA SALA ILUMINADA
ÉL IMPONE EL SILENCIO
TODAS LAS VOCES SE ESCONDEN
PORQUE NO SE PUEDE DECIR NADA EN EL MOMENTO DE LA ORACIÓN
ES UN TRASVASE LENTO DE SUSTANCIAS QUE NOS OTORGA EL DIOS DEL SOSIEGO
ME SIENTO EN EL SUELO
EN UN RINCÓN
¡ABSORTO¡
LOS PLIEGUES DE LA TÚNICA
LA MANO QUE AÚN SUJETA LAS RIENDAS DE FOGOSOS CABALLOS QUE HUYERON REBELDES A LA ETERNIDAD
SERENO
IMPERTURBABLE
INDIFERENTE A LA CURIOSIDAD
¡ASÍ DEBE SER EL ARTE¡
.-ME DIJO
HA VENIDO EL AURIGA
PERO
NO MANIFIESTA ALBOROZO NI AUTOCOMPLACIENCIA
SU SERENIDAD HA VENCIDO
ABSORTO
LO MIRO A LOS OJOS
UNA LIGERA BRISA SE HA LEVANTADO EN EL VALLE QUE ME TRAE OLORES PUROS DE FLORES
QUE CORONAN CABEZAS OFERENTES
LA SOLEDAD HA LLEGADO UNA VEZ MÁS EN MI AUXILIO
Y ENVUELTO EN EL MANTO DE LOS SUEÑOS RECORRO EL CAMINO DE SU MIRADA
EL REPOSO ALETEA EN SUS OJOS
Y EL SILENTE ESPACIO ENVUELVE MI DIÁLOGO CON LA ESTATUA.
RAFAEL CARMONA JIMÉNEZ
ESCRITO EN EL AÑO 1994
PUBLICADO EL DÍA DIEZ DE OCTUBRE DEL AÑO 2012
A LAS ONCE DE LA NOCHE
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